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La realidad está formada por ondas, fluctuaciones de campo que llenan un archivo infinito de eventos a los que cualquiera puede conectarse si resuenan. Esto significa que si oscilamos a una determinada frecuencia acabaremos conectándonos con los que oscilan a la misma frecuencia. Es así como se determina un dominio de coherencia en el que los seres humanos y las partículas oscilan al mismo ritmo.
Un experimento interesante es colocar unos metrónomos sobre una superficie rígida y ponerlos en marcha en diferentes momentos: notaremos cómo estos mantienen su tiempo de inicio desfasado en el tiempo. Sin embargo, si los colocamos sobre una superficie oscilante, aunque se pongan en marcha en diferentes momentos, los metrónomos consiguen ponerse en fase en muy poco tiempo, creando así un todo coherente gracias al medio: la superficie basculante se vuelve capaz de dialogar con cada uno de ellos.
Así que ten cuidado con la frecuencia con la que vibras..